martes, septiembre 04, 2018

Poema a cuatro manos

Él que diserta la condición única de sus ideas,
Y ella que abre la puerta de su memoria
transfigurando notas al margen,
en el nuevo ocupante de su cabecera.
Ella que viola su sorpresa,
y él que deja abierta una ventana en la duda.
Ella que confiesa lo que él ya sabe
él que sorprende, ansiosos a sus oídos.
Èl que finalmente hablas para ella.
Ella que lo escucha con el cuerpo…
-¿A qué saben las yemas de tus dedos?
dime el aroma de tus manos-
Y ella se declara territorio dócil
acechada por su boca.
Lo deja leerla hasta que titila…
II
Sin disculpa para el insomnio
ella acude al espanto para su sueño.
Todos vienen en asistencia,
se permiten ser abusados;
y ambos asaltan las palabras
para convertirlas en instrumento voluntario
de la transgresión más inusitada.
El descubrimiento de las primeras claves.
-Las circunstancias supongo, el contexto-
Los ojos, los oídos, la piel asombrada ante las respuestas.
El oficio convertido en deleite
y una caricatura que sentada y vestida,
permite un exorcismo hasta los zapatos y la silla.
Si está sonrojado y no ríe
es porque intuye, olfatea
el bestial desenlace:
la viril y ruborizada torpeza de sus manos,
transmutadas en palabras,
amenaza al amanecer de forma inconsulta.
Mientras él pregunta cómo se desnudan los silencios
ella sigue tentando su intento.
No hay otra, de hecho llueve.
Sólo está el humo que se eleva desde
el calor profundo de la tierra,
y una emboscada transitoria de las manos
para una noche de insomnio y desalojo.
La revelación no está en la expectativa
no hay ofrenda
ni siquiera un porsiacaso.
El hallazgo es un orgasmo de voces,
                        una contienda de adjetivos
                        la aproximación a una descarga
como quien mete la lengua  en el enchufe.

Pero los puentes continúan en pie y ella
sentada,
                    es un girasol./


lunes, agosto 20, 2018

Helena junto al mar


  Claro que Helena quiere vivir junto al mar. -¿Y quién no?- te preguntaría para luego contarte con harto detalle imaginativo su vida por vivir allí. Helena tiene dieciséis, pero tenía ocho cuando fue por primera vez con sus padres a la costa en un día soleado y feliz, allí descubrió el paisaje que quedaría impregnado para siempre en su piel. Desde entonces su ropa le huele a mar, su cabellera desordenada ondula como las algas y el susurro del oleaje la acompaña en sus sueños.

  Hoy por fin ha planificado con Gerardo y Sofía una excursión. Sus amigos la han escuchado tanto que ya están convencidos de que hay que ir. Así que preparan todo. Ella se viste de caracolas y coral, peina su cabello de algas, juntan comida y se encuentran para irse.

  Luego de un rato llegan a una hermosa costa. Y el día es de nuevo, perfecto. La arena, blanquísima, diminuta e infinita tiene ese calor reconfortante del sol. El agua es serena y fresca, y la brisa, con su olor embriagador de sal la invita a fluir, con un idioma que sólo las dos conocen. Una vez en el agua sólo hay chapoteos, risas y el susurro de la brisa, que le cuenta de su vida marina.

  Helena se zambulle y descubre ahora lo que antes intuía: Es una sirena. Su piel es ahora húmeda e impermeable, suave y tornasolada, su cabello de algas, rizado y ondulante se llena de caracolas y pequeñísimos crustáceos que acarician su melena, y sus piernas ahora juntas, la impulsan hacia el fondo… Esta feliz y cada vez más enamorada del mar. Sin dudarlo se olvida pronto de Gerardo y Sofía que se agitan en la superficie, para sumergirse irremediablemente en su destino.


  Tuvieron que esperar que cesara la tormenta para que los médicos y enfermeros del asilo psiquiátrico pudieran iniciar la búsqueda. No pasó mucho tiempo hasta que los hallaron flotando plácidamente en el agua de la piscina comunitaria del pueblo. Los primeros sin vida pero a Helena, con una sonrisa feliz, y los ojos perdidos inexorablemente en el último recurso de su atormentada mente, después del trastorno de estrés postraumático agudo que padecía desde que presenció la agónica muerte de sus padres, tras que un camión arrollara el vehículo en el que regresaban de su mágico y feliz día, junto al mar.


Carlita....

fuente de la imagen: https://www.artstation.com/artwork/exaRD

Aire, Luz, Tiempo y Espacio

Diría seguro Boukowski que me vaya a la porra, por pasar tanto tiempo sin escribir. Cuando vas a crear, no importa si trabajas en una mina de carbón o si tienes un gato subiéndote por la espalda... vas a crear y punto, es una urgencia casi fisiológica. Seguro es que él ni me ocuparía en darme respuesta alguna... porque además, no hay nada que pudiera decirle.
Luego de una larga ausencia que no puede ser explicada, aquí estoy de nuevo... con la misma urgencia que antes, sin pretensiones de excusas, porque no hay por qué darlas. Simplemente, aquí estoy.

Carlita....

domingo, abril 26, 2015

Del Origen de los Hombres

Dicen algunas mujeres sabias, que antes no habían hombres. Las mujeres, hijas de la Luna y las estrellas, viajaban libres por las selvas, ríos, playas y por cuánto paraje pudiera albergar vida humana.
También cuentan que un día una mujer, comió una fruta y observando su semilla, tuvo una idea. De rodillas, en la tierra húmeda y fresca, hizo algo que nadie había intentado: hundió sus dedos y penetró por ella, la tierra, entre piedritas y pequeños insectos.
Este descubrimiento fue tan placentero, que continuó hundiendo sus dedos, una y otra vez, hasta que intuyó que era el punto justo para dejar caer su semilla. Con las manos y las uñas llenas de tierra, cubrió con suavidad y amor aquel misterio.
El Campo, que dormía un millón de sueños, despertó.
Al principio se sobresaltó cuando sintió las manos que lo surcaban, pero a medida que aquella mujer se hundía en él, quedó profundamente enamorado de aquella que, sin saberlo, lo había cultivado.
Para demostrarle su amor, el Campo nutrió aquella semilla y dio vida, para Ella, en una planta. Un árbol vigoroso que le dio con los años, todos los frutos que necesitó.
La mujer descubrió la Siembra.
Luego, cientos de mujeres comenzaron a surcar la tierra con sus manos y cada vez el Campo, loco de amor, germinaba las semillas que ellas habían sembrado y regado con el sudor compartido de su trabajo, y las ofrendaba con más frutos, más flores y más verdor... sólo para continuar enamorándolas.
Pero con el paso de los años, a pesar de sus actos, el Campo se dio cuenta que crecía su necesidad de tocar a la mujer; que sus ofrendas no alcanzaban para devolver el amor que sentía de Ellas cuando era arado, surcado y colmado de semillas fértiles.
Así que luego de observarlas, tuvo una idea. De las semillas que Ellas sembraran germinaría no una planta, sino un ser hecho de la tierra y a semejanza de Ellas, con la capacidad de sembrar la vida, así como lo habían hecho en él.
Así surgió la agricultura, de las mujeres que amaron la tierra.
Y así surgieron los hombres, del Campo que se hizo humano para poder amarlas.
Y fue así también como la Luna y la Tierra, quedaron por siempre emparentadas.

26/04/2015

jueves, abril 02, 2015

Antesala

No vengas para quedarte haciendo escándalo;
ni para pretensiones.
No te presentes
con tu derroche de curandera de penas/
No armes alboroto
de luces fugaces y estruendosas voces.
No hagas nada.
Vente así, calladita,
Y pósate a un lado de mi silencio.
Humedece con paciencia y sosiega las angustias.
Date el tiempo para disipar las dudas...
Susurra suavecito
el olor de la cosecha
y fecundalo todo.
Enfría la temperatura del asfalto/
y de los cuerpos que
no se encuentran...
que no se encuentran.
Exúdales el calor plomizo del día y las tristezas nuevas y viejas.
Haz tu conjuro, y déjalo
como un descubrimiento para mañana.

sábado, marzo 14, 2015

Tormenta


Algodonadas, las cimas más altas acusan
a la distancia entre su granito
y aquella constelación que puede ser Afrodita
o cualquiera.
El aire anuncia tormenta
la tierra exhala  tenue y entrecortado
el vapor carbónico del día
mientras  las huellas indelebles de una incursión
que le es celebrada,
recorren depresiones y colinas
en busca de la última noción de sí misma.
A lo lejos la promesa de la hierba tropical
fluvial y tibia,
es el pubis en expectación;
la sinuosa depresión territorial
con los valles y las simas que la dibujan
son una geografía conocida
un paraje familiar de la infancia
un territorio sereno y violento
en permanente definición.
A pesar del argumento,
la vida que contiene es feroz.
No escucha razones.
Es impúdica y sin decoro.
En su determinación
caza, depreda, rodea y acomete
sin que la víctima de su supervivencia
pueda esgrimir defensa alguna
El silencio es roto,
y expira en mil rayos contra el sílice
la más cercana agonía.
La muerte es entropía.
 Y sin que nadie puede detenerla,
la resurrección es una promesa

que dista mucho de interesarle.
Carlita....

Poema Profano


La partida de Galilea se ha demorado.
Meticulosos puertos sobre el Nilo
han sido detenidos
ahora se hacen hábiles puentes en otros caudales.
Ruborizadas, las domesticadas bestias esperan
-en improporcionado conjunto-
a que el pudor retome la tarea,
                        no hay prisa,
y hasta Herodes, perplejo,  hace mutis.
En el tortuoso y cálido portal
ha quedado expuesta -en la agonía-

el misterio profano de María./

Carlita....

Hibernante


Pequeña gran talla
signos de todos los tiempos
                        de toda la gloria.
Entelequia meridional del paso de los Andes
que no quedó intacto
a la adversidad y a la agonía.
Subversivo sustancial.
Bizarro Comandante
destinado al delirio más profundo
de la humanidad.
Campeón del continente:
Eres porque eres 
y en  lo eterno la idea grandiosa
te hizo materia, oportuna y sangrante.
Aún con la lealtad incólume y traicionada
de muerte
vienes derrotero de los titanes cotidianos,
de los consecuentes inmortales ,
de las beligerancias que no terminan

sino hasta que la gloria descienda del Chimborazo./
Carlita....

No dejes

No le des voz a la tristeza,
injértale oídos y atúrdela de risa;
no le des cabos a las razones,
mejor aletea feroz a la locura
para que despegue desmedida del suelo.
Desenmaraña un ovillo de ideas tontas
y lánzatelas de abrigo,
dale a tus pies espuma de mar por zapatos
y siembra corales en los días de rabia.
No te rindas.
Si te provocan,
visita de puerta en puerta
y abraza a algún extraño,
 empínate con un viajero,
convence a los árboles que nos perdonen
por ser enanos;
haz una rebelión de pájaros enjaulados
y azuza a los ratones
para que den cacería a los gatos.
Si ya no puedes,
quédate entre los desahucios de la cordura,
entre las abejas y los leones sin valentía,
entre los borrachos y los ímprobos de las gentes.
Conspira contra el miedo
y embóscalo en temerario,
azota a las buenas costumbres
y masturba a la avergonzada virtud.
Delata todos los odios.
en fin, no permitas que la derrota diga por ti
las palabras del amor./

Carlita

martes, marzo 03, 2015

El Ilusionista


El ilusionista

Para Héctor Bello,la devoción por el lenguaje


El ilusionista se sienta en la silla
y escribe.
Calibra concienzudamente sus palabras
y momentáneamente olvida el desgaste
del cigarrillo encendido a su lado,
y de su cuerpo.
Está jugando a la ilusión.
Dice que es “aprendiz”,
pero deja resbalar su pericia sigilosamente
y permite hacerse un dibujo diferente de sí.
El ilusionista desglosa lo aprendido;
da concepto y expresión a sus angustias,
y hace un balance de sí mismo. 
Le gusta. Es franco. 
                 Pero no quiere que se note.
Así que va desentrañándose, transmitiéndose
decodificándose desde algoritmos de otra noción de sí mismo.
Sabe que su lenguaje le pertenece, aunque sea la voz de otros.
Confiesa la síntesis de su oficio y experimenta un regocijo cargado                                                           de dudas.
Se consentirá –en consecuente osadía-
a relajar las angustias,
por lo que no abrirá la puerta a escritores, ni fantasmas,
aunque tiene la certeza que del otro lado le escuchan.
Pela los dientes,
y acomoda el culo en la silla,
se quita los zapatos –le duelen los pies-
momentáneamente el mundo no existe
y se afinca a escribir… Hay Función.




29/09/2013
Carlita....

sábado, junio 01, 2013

[Relato LibrosVeo] Reincidencia

            Soy un alma vieja– concluyó con calma mientras tomaba lentamente el té. Sus ojos profundos se distraían con las pequeñas partículas de hojas secas asentadas en la taza manchada por el  uso. –lo descubrí hace tiempo y eso da sentido a la pesadumbre que me acompaña siempre. No cargo una terrible pena, solamente soy un alma muy vieja. He vivido demasiado-.
Ya a esa hora las penumbras de la noche terminaban de empujar la caída del sol y el cuarto que servía de sala, cocina y comedor de aquel minúsculo y despoblado apartamento, daba cuenta de una persona austera y desapegada. La templada habitación no contaba con mucha luz y sólo una lámpara en una esquina, cercana a la escueta mesita y a su solitaria silla,  brindaba un derrotado combate a la sombras. No había signos de pasado alguno, como si nadie allí habitara nunca. -Veo que llegó la hora de resolver este asunto- dijo mientras su rostro joven, pero surcado por la permanente ausencia de felicidad, tomaba la expresión de una determinación; se levantó con firmeza y hurgó ávidamente las gavetas del pequeño mueble que definía a la cocina en busca del veneno para ratas. Sin dar espacio de reacción a la duda, abrió la botella y bebió; mientras sentía como el letal líquido quemaba las paredes de su boca, su garganta, su esófago y cada minúscula parte de su sistema gástrico, tomó con la fuerza de las crispadas manos el recipiente para asegurarse de no soltarlo hasta agotarse el contenido. Podía sentir el sabor terriblemente amargo que atacaba su paladar y los vapores que desatados obstruían el paso del aire. Sabía que nadie llegaría hasta entrada la mañana, y ya sería tarde. Mientras un dolor agudo atravesaba su cuerpo, mortalmente abrasado, pudo vislumbrar un hallazgo inesperado pero conocido, una repetición del sufrimiento. Contorsionada en el piso la figura y espumante la boca, enumeró los síntomas: las contracciones de los músculos, la asfixia, la ceguera, el incendio de los órganos, la liberación de esfínteres y aquel dolor agudo que convocaba al arrepentimiento. Ya no hubo tiempo de más, sólo con el repaso de un padecimiento insoportable, el corazón y el cerebro se pusieron de acuerdo. Cesaron.
La mañana descubría un apartamento prolijo, luminoso, lleno de memorias compartidas. Luego vecinos, familia, amantes y amigos; figuras que le eran conocidas entraban y salían por primera vez, tristes e interrogantes. Nadie era capaz de brindar ni siquiera un indicio, una duda, alguna pista que diera la explicación que no fue procurada.
Soy un alma vieja. Lo descubrí hace tiempo y ha llegado la hora de resolver este asunto.-Luego, la sustancia que inflamara su boca, su garganta, su esófago y cada célula de su sistema gástrico, abría el paso a un dolor familiar. Al descubrimiento de un recuerdo.

Carla Padua
Mayo´12